Los viejos quadtreros nunca mueren

Hola compañeros.

Hace más de diez años por fin conocí gracias a Internet a más locos del quad como yo. Fue un paso muy importante “en mi carrera”, ya que a partir de ese momento, ya podía dejar de montar solo y hacerlo con más gente.

Fruto de aquellos primeros foros y chats de quads (Guarreros y Quadszone), conocí a Pacokawa, un auténtico entusiasta de todo lo que huela a gasolina, y gran amante de este mundillo.

Primeramente nos veíamos en las quadquedadas de la ya extinguida quadszone.com, donde también conocí a muchos más usuarios, aunque hoy en día prácticamente todos han dejado esta afición (sólo quedan JJ y Quadsnow de aquella época en tierras oscenses). Viendo que vernos sólo una vez al año se nos quedaba corto, decidí adentrarme por tierras riojanas para conocer otros mundos. Y llevo ya haciéndolo diez años.

Todas las veces que he ido a La Rioja a montar en quad me lo he pasado como un enano, y por supuesto, siempre me he vuelto a Madrid con un montón de anécdotas en la maleta. Y en esta ocasión no iba a ser menos.

Para planear este fin de semana, nos bastó una simple llamada de teléfono apenas 4 días antes. No hace falta más. Las rutas improvisadas también salen a pedir de boca. Bueno, también la foto que me mandó Paco junto con Santi ayudó bastante: los dos quads llenos de nieve en lo alto de la montaña. Nada como una buena foto para ponerle a uno los dientes largos. Si os fijáis, al fondo a la derecha se vislumbran los molinos de viento.



Llego el viernes por la tarde con el coche y el remolque. Descargo el quad y lo coloco junto con las otras máquinas, y nos ponemos a trastear. Vamos a aprovechar ya que estamos en las instalaciones de quadpasión, para hacer los arreglillos de última hora.

Para mañana sábado tenemos prevista una ruta de 250 Kms por La Rioja y Soria, que nos llevaría hasta bien entrada la tarde. Pero finalmente tuvimos que acortar la ruta por exceso de nieve.



El sábado salimos por la mañana temprano. Hace sol y no se ve ninguna nube. Además, no hace nada de viento, y durante el día sobrepasaríamos los 15 º. Primeramente, pistas rápidas a buen ritmo. Subimos a lo alto de la montaña donde hacemos una primera parada. Realmente no parece que haya mucha nieve, y desde luego, nada que ver con el fin de semana pasado. Pero las apariencias engañan.

Cambiamos de terreno y nos adentramos en bosque espeso. El sol es tapado por gigantes arboledas que han impedido que la nieve se derrita. Va Paco delante, y al pasar un charco completamente helado, yo freno para no chocarme con él, y hundo una rueda en el hielo. Parecía más resistente, pero con mi peso, he roto la capa helada.



Sacamos mi quad entre los dos, pero ahora toca sacar el de Paco, que por pararse a ayudarme, ha enterrado el suyo. Entre los dos lo sacamos, y seguimos avanzando sin miedo.

El camino está lleno de nieve totalmente virgen, ya que por ese camino hace por lo menos 15 días que nadie transita, porque que las únicas huellas que se ven son las de los animales que bajan al valle a beber. Decidimos abandonar ese camino, y nos damos la vuelta.

Como el terreno es muy llano, seguimos avanzando por otro camino, con cierta dificultad, y siempre con las ruedas traseras patinando. Si paramos, nos quedamos atascados, así que lo hacemos en los pocos terrenos libres de nieve que nos encontramos.



Ahora empieza la parte más dura de la ruta. Voy yo el primero y cojo cierta velocidad, para que a Paco no le pase lo que a mí antes. Pero llega un momento que en un pequeño repecho, me quedo inevitablemente atascado otra vez. Nuevamente entre los dos lo sacamos, y conseguimos avanzar otros 500 metros, cada vez con más dificultad.



Cambiamos posiciones. Tras una recta sin desnivel, veo una curva a derechas algo más pronunciada, con lo que prudentemente paro mi quad en terreno seguro, esperando a ver si Paco con su Raptor puede avanzar. Pero no es así. Así que dejo mi quad ahí y a pie voy a ayudar a sacar el quad de aquel gran marrón. Está muy enterrado, y no sabemos si darlo la vuelta, levantarlo y empujarlo hacia el lateral, o intentarlo marcha atrás. Finalmente, y tras alisar la nieve del camino con los pies, lo sacamos marcha atrás. Le damos la vuelta, y volvemos por donde hemos venido.



Reconozco que tengo algo de miedo. Tenemos que volver por donde acabamos de pasar, pero ahora las ligeras bajaditas de antes… se convierten en subiditas.

Nos vuelve a pasar otra vez lo mismo: Paco va delante, yo voy más rápido que él, y para no chocarme, tengo que frenar y me quedo encallado nuevamente. Dejamos su quad en terreno seguro, y viene a pie a ayudarme a continuar. Y así hasta cinco veces por lo menos.



En una de esas, tengo que parar yo (y no hay ningún sitio donde pueda dejar al menos una rueda sin pisar nieve), y andar a pie varios cientos de metros para sacar el Raptor 700 de mi compañero. Mi abuela tenía más fondo físico que yo, así que me quito toda la ropa asfixiado y muerto como si acabara de coronar un ocho mil.



Sacamos el primer quad, y ahora tengo que volver andando hasta donde está el mío. Y solo. Voy pensando que realmente no me quedé enterrado, sólo paré para ayudar a continuar. Pero a pesar de que solté el embrague con mucha suavidad, me vuelvo a enterrar. Estoy más acabado que la Falange, así que me quedo 5 minutos pensando y descansando. Al rato, oigo gritos de Paco, a los que respondo con mi claxon. Le oigo, pero no le veo. Al buen rato, aparece por detrás de la curva, por supuesto andando, dispuesto a ayudarme.

Para cuando él llega, yo ya he quitado con las manos toda la nieve que he podido de debajo del quad, y conseguimos sacarlo. Otro marrón superado.



Me detengo en lugar seguro, y nos subimos los dos en mi quad hasta llegar a su montura. Y decidimos que ya está bien por hoy.

En cuatro horas habremos hecho 60 kms, y no podemos más. Bajamos a la localidad más cercana, por caminos ya totalmente despejados, y a buen ritmo. Voy yo el primero, y como no me conozco el camino, casi me salgo en una curva. Acto seguido, veo por el espejo que mi compañero también se pasa de frenada en la misma curva. Lástima que la camarita que supuestamente estaba filmando la bajada no funcionara.



A las dos de la tarde, nos tomamos un refresco en la terraza de un bar en plena calle. Todo un lujo para estar a mediados de febrero, y haber estado pisando nieve hace menos de una hora.

El día con el quad acaba aquí. Nos volvemos a casa, y los dejamos preparados para volver a salir mañana domingo.



Para el día siguiente, íbamos a contar con la presencia de Santi y su flamante LT-Z. Hoy la ruta prevista es más cortita, y con menos nieve.

Paco va en cabeza, yo en el medio, y Santi cerrando el grupo. Como ayer, primero pistas anchas y en perfecto estado, hasta que coronamos la montaña, siempre con los molinos como nuestros testigos. También hace calorcito y un sol radiante, aunque a primera hora hubo un poco de niebla.



Llegamos a un cruce donde a izquierdas sale un caminito estrecho hacia abajo, que está totalmente nevado y sin transitar. Nos paramos y decidimos qué hacemos. Finalmente, nos adentramos en ese inhóspito terreno, tardando medio minuto en encallar el primer quad.

El Raptor 700 de Pacokawa, a pesar de estrenar ruedas nuevas traseras de su medida original, entierra su quad nada más empezar a descender. Ahora somos tres, así que es más fácil levantar un quad. Su vehículo involuntariamente nos allana el terreno a los demás, así que Santi y yo pasamos sin ningún problema por esa zona.



Tras cuatro horas de ruta, y tomarnos el refresco de cola en la terracita, retornamos al centro de operaciones sin más incidencias. Un manguerazo rápido, y subo al remolque el quad.

Espero seguir montando en quad con Pacokawa por lo menos otros diez años más. Lo que no sé es si mi quad durará tanto tiempo.

Sed buenos.

Autoquad

GRACIAS POR COMPARTIR CAMPEON.
.-Espero que como bien dices, os veais mas a menudo jejejeje.
.-NO PARAS CAMPEON